Michel Gomes, Chris Vianna, Marcello Melo Junior
Que el fin justifica los medios es una cuestión ética que divide en dos al ser humano, a quienes lo apoyan y quienes lo enfrentan. A nivel cinematográfico también podemos aplicar esta regla a la hora de evaluar este film, pues la propuesta de Barreto es un sórdido relato de construcción dramática simplona y esquemática, pretendiendo justificar su existencia en una puesta en escena que copia a otros éxitos de similar temática y misma cinematografía y, peor aun, queriéndole sumar al conjunto una especie de hiperrealismo de reflexión social a todas luces trasnochado, traicionado desde la propia propuesta de plagio comercial y, sobre todo, tan estéril como emocionalmente pornográfico.
Por tanto, despues de asistir a su proyección, uno sale golpeado por la dureza de la realidad que retrata y emocionado gracias a los resortes nada sutiles y muy sensacionalistas de su guión, reflexionando sobre la cruda realidad de las favelas y al mismo tiempo sobre la explotación temática que está convirtiendo esta clase de ambientación en un subgénero con un cierto sello de prestigio, reconocimiento que se ampara en el realismo de lo mostrado como una especie de neorrealismo alla brasileira. Mas los italianos se tomaban muy en serio lo que hacían y anteponían el fondo a la forma, el servicio a la comunidad al estrellato mediático, fines antagónicos a un film como el que nos ocupa, destinado al lucimiento de su director y que utiliza un problema social como mero ariete que ha de derribar el muro emocional del espectador.
¿Es lícito enarbolar la bandera de un problema social cuando en realidad se traiciona y se reduce a mero artificio, mas aun cuando se pretende seguir aparentando lo primero, en pos de hacer más comercial un simple relato de entrenimiento? Dependerá de cada uno que la respuesta sea positiva o negativa. Para mí no lo es.