Adriana L. Dutra
Es difícil hacer una reseña positiva de un documental que trata un tema tan trillado como el tabaquismo y sus efectos. A pesar de todo, hay que reconocerle a Fumando espero cierta frescura, calidad que proviene de su perspectiva muy personal: la directora mezcla su
vivencia personal al tratar de dejar el tabaco con los datos objetivos.
Así, el espectador cuenta con unos momentos humorísticos, que aunque
banalizan un tanto el efecto del tabaco en la salud, logran que no los
alejemos del relato y así estemos atentos a los grandes males de la
industría del tabaco: cáncer, problemas cardiovasculares y amputaciones
en los consumidores; explotación de los agricultores. El film es un
tanto manipulador cuando aparecen los enfermos, y de una manera muy
poco sútil; pero se le perdona porque en todo momento destila simpatía.
Y además, cualquier film que cuente con fragmentos de Casablanca y
Gilda mejora mucho.