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Cryptshow 2016: crónica I

Cryptshow 2016: crónica I

Repaso a los primeros dos días de festival, en donde además de buenos cortos disfrutamos de una versión del film soviético "Aelita" sonorizado en directo

Por Carlos Hidalgo Castro


Los Crypts echan el cierre al décimo Cryptshow Festival, una edición repleta de novedades, con cortometrajes de gran calidad y actividades paralelas variadas e interesantes. Repasemos pues lo que nos han dejado estos cinco días de festival.


MIÉRCOLES 6

Presentación, toma de contacto y reencuentro con la familia Cryptshow. Caras nuevas se han unido a la organización para esta edición, el equipo de jóvenes "Mike y sus chinos". También se ha ampliado la cantidad de espacios donde se realizan actividades. Un año más, las proyecciones tienen lugar en el Teatre El Círcol, en el centro de Badalona, una sala preciosa y llena de encanto que ha sido objeto de cierta problemática inmobiliaria a lo largo del último año. Ahora todo parece solucionado y pinta que tendremos festival en el Círcol como mínimo para unos cuantas ediciones más.

El primer día nos trajo una joya del cine soviético de ciencia ficción, "Aelita: la reina de marte" (URSS, 1924), película muda de Yákov Protazánov, uno de los fundadores del cine ruso. La oportunidad de vivirla con música en directo a cargo de Agustí Busom era demasiado emocionante para dejarla escapar.

Y cumplió con las expectativa, pues la experiencia del visionado de esta película fue excepcional, casi hermanadora, invitando a alzarse contra el opresor, en su visión de un planeta Marte donde triunfa la revolución bolchevique. Si ya por lo general las proyecciones en Cryptshow tienen ese ambiente de amor por el cine, la música de Busom y su banda contribuyó enormemente a añadir emoción al primero de los cinco días de festival, convirtiéndolo la proyección en un evento mágico.

Sintetizador, loops vocales, guitarra, teclados, saxofón y percusiones. Esquema repetido del año anterior cuando Cryptshow y Busom nos trajeron su visión orquestal de "La carreta fantasma". Pero esta vez la banda supo ceñirse a una interpretación más comedida y menos espectacular que dejó más espacio a la película para hacerla brillar. Sin duda, supieron adaptarse a lo que la película ofrecía y actuaron en consonancia. Un acierto.

"Aelita: la reina de marte" estuvo precedida por el cortometraje fuera de competición "Graffiti" del barcelonés Lluis Quilez, una historia de amor post-apocalíptica con un solo protagonista y de final gratuitamente abierto. Si pese al exceso de metraje y el ritmo irregular, el corto había conseguido crear unas expectativas interesantes, Quilez decide no concluir la historia, dejándola vacía de significado y perdiendo la oportunidad de posicionarse.


JUEVES 7

El jueves por la mañana hubo la primera de las dos sesiones infantiles, pues el festival ha decidido seguir apostando por este formato acercando el género y el terror a los más pequeños. Ambas proyecciones han sido realizadas en colaboración con la cooperativa EDUVIC, dedicada al trabajo social infantil y juvenil, ofreciendo al público joven obras principalmente de animación.

La tarde dio paso al primer largometraje, "L’illa de Toth" de los badaloneses Hector Morgan i Fèlix D'Ax, una película realizada a lo largo de la década pasada en las costas del norte de Cataluña. La historia de un joven que se establece en un pueblo costero e intenta llevar una vida normal. Acosado por idas y venidas con las drogas, se enamora de una peculiar chica, que lo lleva a descubrir una isla cercana al pueblo, habitada por un excéntrico personaje.

"L’illa de Toth" es una película fuera de su tiempo y asolada por diferentes problemas de producción, que da como resultado algo menos de hora y media de irregularidades. Combina secuencias de narrativa incomprensible con montajes musicales brillantes, como torrentes de talento y de imaginario visual al más puro estilo Aronofsky. La proyección sirvió de homenaje a Josep Maria Bendicho, protagonista de la película y colaborador del festival que falleció recientemente, sin el cual, según afirmó uno de los directores, nunca hubieran tenido las fuerzas para terminar la película.

Entramos ya de lleno en la sección de cortometrajes a competición y nos encontramos con un patrón que se repetirá durante todo el festival: mucha presencia de temática espacial y mucha animación.

De los dos bloques del jueves destaca "Clarke’s third law", un corto del valenciano Javier Valenzuela que brilla por sus cuidadísimos efectos visuales y su diseño de entornos por ordenador. Una obra de acción real llena de referencias a la ciencia ficción clásica y realizado con gusto. Un relato sencillo, con ese ambiente fantástico a lo Harry Potter, perfectamente ejecutado al más puro estilo de Hollywood.

En esta línea tan púlida cabe destacar "They will all die in space", del madrileño Javier Chillon, un thriller espacial con claras referencias a "Alien" de Ridley Scott. Su historia nos sitúa en una nave espacial averiada que ha quedado a la deriva, cuya tripulación decide despertar a uno de los pasajeros criogenizados para que intente repararla. Impresionante fotografía en blanco y negro y un uso de la iluminación y de la música lleno de intención.

Por su parte, "Freedom & Independence" de Bjørn Melhus nos encanta. Director, escritor, editor, productor y actor de la inmensa mayoría de personajes que aparecen a lo largo de los 15 minutos de esta divertida sátira, se lo guisa y se lo come él solito. Globalización, religión, política, burbuja inmobiliaria, Melhus lleva todos estos temas a su particular estilo de playback.

La jornada del jueves termina con una de las actividades más emocionantes y únicas del festival, una necroantología de poesía badalonesa en el cementerio de Sant Crist. Bajo el título "Nemini parco, omnia moriar", Marçal Font i Espí recitaba y Ferran Besalduch acompañaba con saxo y percusión a la luz de las velas mientras nos acercamos a la media noche. Font nos trajo poemas de autores badaloneses y nos estremeció con un naufragio en sus costas a finales del siglo XIX. También tradujo a Poe y nos relató obras de su propia cosecha, mientras que Besalduch creaba una atmósfera sonora tensa, tanto acompañando como en intermedios en los que tocaba en solitario. Mención aparte merece el sepulturero de pantalones anchos, chepa y sombrero, que nos acompañó hasta el centro del cementerio y nos despidió al salir, serrucho en mano. Nada fuera de lo normal.

Con esto concluye la primera parte de la crónica de Cryptshow 2016. Quedan aún muchos cortos interesantes, más actividades, la peli más taquillera de la historia de Tailandia y el palmarés. ¡Hasta pronto!

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