Noticia

Comienza Sitges'15

Javier Rueda

Comienza Sitges'15

Ayer abrió sus puertas la 48 edición del Sitges Festival Internacional de Cinema de Cataluna, en un año muy marcado por la heterogeneidad de temáticas y por la presencia de gran cantidad de pequeñas producciones de nuevos directores. Esta amalgama de propuestas y caras nuevas hace aun más interesante al certamen, puesto que el riesgo es mayor pero también aumenta las posibilidades de descubrir pequeñas joyas de nuevos valores.

La inauguración del certamen corrió a cargo de "The Witch - A New-England Folktale", esperada película de Robert Eggers tras ganar el premio al mejor director en el pasado festival de Sundance. Y no es para menos, puesto que si algo brilla en este relato clásico de brujería es el gran trabajo formal del director estadounidense, quien sin abandonar nunca la sobriedad narrativa consigue crear un ambiente realmente opresivo en el que uno se siente a merced de las fuerzas sobrenaturales que gobiernan lo desconocido. A ello contribuye una gran dirección artística y de fotografía, un muy buen trabajo actoral y una música que acaba afectando a nuestro estado de ánimo, haciendo aun más impactante la imaginería visual que atesora el film.

Dejando claro pues que es una muy buena película de género, cabe decir que su punto débil es su indeterminación temática, puesto que a lo largo de su metraje va cambiando de tono, a veces alternando entre opuestos. Así pues, al final uno se queda sin saber si el director, más allá del puro relato de terror, quiere también reflexionar sobre alguno de los varios temas que asoman tímidamente en la historia: el luciferismo y la religión como represión del conocimiento; la importancia de la religión y las leyendas en la construcción de la identidad de un país; la pugna entre religiones; la religión y la lucha de género; la inocencia como semilla de la maldad; la religión como opuesto a "lo natural"; etc. La reflexión sobre estos y otros temas podrían tener cabida aquí, si no fuera porque a la postre el relato parece definirse como una simple historia fantaterrorífica, aunque la potencia alegórica de sus imágenes, en especial la de un epílogo realmente sugestivo, parece empeñarse en que sigamos pensando que hay algo más.

Hay dos películas que son claramente referenciables a la hora de analizar "The Witch". Una de ellas es "La Cinta Blanca" de Michael Haneke, de la que coge la manera de retratar una sociedad y una forma de vida a través de los personajes más jóvenes, también el peso que tiene la educación religiosa en estos y como eso puede ser el germen del mal absoluto. Por otra parte está "Anticristo" de Lars Von Trier, de la que coge el concepto de la mujer como catalizador de las fuerzas telúricas, siendo al mismo tiempo portadora de una fuerza interior que, de liberarse, amenazaría seriamente a la hegemonía social del hombre (la clásica dicotomía Mujer-Naturaleza y Hombre-Civilización). De ambas películas recoge además gran cantidad de ideas de puesta en escena, siendo fácil hacer obvios paralelismos en muchas de sus composiciones y en el tratamiento alegórico que hace de "lo sobrenatural". Y quede apuntado que "The Witch" es inferior a estos dos ilustres referentes, pero eso no le quita unos méritos que la convierten inmediatamente en una de las películas que recordaremos de esta edición.

Si la anterior película pecaba de ambigüedad de intenciones y discurso, todo lo contrario sucede con "Blind Sun", de Joyce A. Nashawati, la otra gran película que vimos ayer. Ambientada en un presente distópico que se parece dolorosamente al actual, nos cuenta la historia de un inmigrante que acaba de llegar a un remoto pueblo de Grecia para trabajar de vigilante en una lujosa casa. Nunca sabremos de donde viene ni el motivo de ello, solo que previamente ha estado trabajando en otros países, pero lo que en un principio parece simple hostilidad por parte de los obtusos lugareños, devendrá en algo peor debido al calor y a la falta de agua. Alegoría de una Europa en deriva en la que la lucha de clases queda sepultada por una mezquina política exterior que busca enemigos en los que descargar las culpas, resulta extremadamente incómoda de ver precisamente en unos días en los que la crisis de refugiados sirios ha vuelto a poner en serio entredicho la ética de occidente. Mención especial merece la carga conceptual de muchas de sus secuencias, en especial la poética catarsis final, en uno de esos finales-metáfora que uno se lleva consigo tras la proyección. Y es que en un momento del film el protagonista conoce a una joven y atractiva paleontóloga francesa, quien le reconoce que tras viajar holgadamente por todo el mundo se encuentra en cualquier lugar como si estuviera en casa; él no contesta. En otro momento del filme él lo tiene claro: "habrá guerra".

Ayer también pudimos ver "Absolutely Anything", el retorno tras las cámaras del ex-Monty Python Terry Jones, quien propone una sencilla comedia romántica en donde Simon Pegg tratará de enamorar a Kate Beckinsale mientras salva a la Humanidad de ser aniquilada por fuerzas extraterestres. Por mucho que la película recuerde ligeramente a "The World's End", mismo protagonista y misma amenaza, el resultado dista de tener el gancho que sí tenía la segunda, ya Jones siempre ha sido un director que no gusta de complicaciones y al que ahora le pesan los años. En ese sentido es verdad que es una comedia entretenida y que se ve con complicidad, pero no es menos cierto que gran parte del humor sigue siendo el mismo que ya utilizaba décadas atrás, exigiendo al espectador hacer acopio de una inocencia que le permita superar los numerosos momentos naif que contiene la trama. Además hay numerosos gags que se reiteran hasta la saciedad, especialmente en su anodida recta final, pero en conjunto funciona por el carisma de Pegg y por un sentido del humor que, aunque añejo, sabe muy bien a lo que juega.

La jornada la acabamos con la apuesta patria "Summer Camp", de Alberto Marini, una película de terror y humor negro que, pese a un inicio aburrido y que hace presagiar lo peor, acaba flotando gracias aun guión que se esfuerza en girar y regirar los eternos clichés del género, a veces de manera muy satisfactoria, otras no tanto. En todo caso es un divertimento gamberro, nada más y nada menos, una propuesta que alberga algunas ideas interesantes y que resulta perfecta que ser vista en compañía de amigos un viernes por la noche.

El día de hoy no ha comenzado peor que ayer, puesto que nos hemos quitado las legañas viendo "Ryuzo and the Seven Henchmen", la entrañable nueva película del gran Takeshi Kitano, una especie de "Space Cowboys" yakuzas que deja de lado la épica para adentarse en la comedia más amable. Retrato cariñoso de unos jubilados que en el pasado formaron parte de la yakuza, una institución sin peso en el Japón actual pero que en el pasado les procuró una vida de peligro y diversión. Es por eso que no se amilanarán cuando deban hacer frente al actual crimen organizado, encarnado en un grupo de estafadores sin dignidad ni honor alguno. Es una obra ligera para lo que Kitano nos tiene acostumbrados, pero no por ello hay que negarle su capacidad para entretenernos y para hacernos empatizar con una serie de personajes de lo más variopinto.

Acto seguido hemos visto "The Mind's Eye", de Joe Begos, una especie de remake barato de "Furia" auspiciado por Larry Fesenden, uno de los adalides del cine independiente americano. Y ahí acaba todo su interés, ya que lo que prometía ser un relato austero pero sentido sobre poderes telequinéticos deviene un thriller mal escrito y peor interpretado, en el que la falta de rigor campa a sus anchas. Personajes sin desarrollo, trama anodida y previsible, recursos a priori impactantes pero repetidos hasta la saciedad... en definitiva, un despropósito que tenía todos los números para caer simpática pero que no pasa de mala serie B.

Mucho más interesante cuando no desternillante ha sido "Lost Soul - The Doomed Journey of Richard Stanley's Island of Dr. Moreu", un documental sobre el fallido intento de este director británico a la hora de adaptar para la New Line la célebre obra de H.G. Wells. Siguiendo la estela de "Jodorosky's Dune" o "Lost in La Mancha", "Lost Soul..." nos lleva a descubrir los sinsabores de llevar a cabo una superproducción sin experiencia previa, alternando dramáticas vicisitudes de producción con surrealistas situaciones derivadas del trato con megalómanos de la talla de Marlon Brando o Val Kilmer. Como se ha dicho en otras ocasiones, la realidad supera ampliamente la ficción.

La joya del día ha sido poder recuperar en pantalla grande "Adiós Tío Tom", de Gualtiero Jacopetti y Franco Prosperi, una película que ficciona el esquema del documental "mondo" para enseñar la realidad de lo que fue la esclavitud en los Estados Unidos de América. Pero al igual que en películas como "Behind the Sun", la exposición a tamañas atrocidades no busca el morbo sino el shock catártico que ha de llevar a la audiencia a responder sus propias preguntas sobre temas que atañen a la degeración del ser humano, en una mezcla de cine didáctico y discurso marxista, con la banalidad del mal siempre como telón de fondo. Una película que debería verse en las escuelas, para saber todo aquello que no se ha de repetir y al mismo tiempo entender la herencia racista que todavía hoy se sufre. Una obra maestra, a todas luces, sin tapujos y llena de urgencia, especialmente dolorosa sabiendo lo poco que han cambiado las cosas que denuncia, treinta y cinco años después.

Para acabar la jornada hemos visto "Alena", de Daniel di Grado, una película correcta a nivel narrativo y formal pero que peca de ser totalmente previsible al querer explicar una historia mil veces vista. Poco más que decir. Entretendrá a los neófitos, mientras aburrirá al resto de aficionas al género.

articulos

Críticas y reseñas