Noticia

Crónica de las XXIII 12 Hores de Cinema de Terror

Laura Comellas

Crónica de las XXIII 12 Hores de Cinema de Terror

“Let us Prey” (Brian O’Malley) fue la encargada el pasado sábado 16 de noviembre de dar el pistoletazo de salida al plato fuerte del Festival de Cine de Terror de Molins de Rei, una sesión maratoniana que este año supuso 14 horas de cine non stop. Esta película irlandesa era una de las grandes apuestas de la noche y la verdad es que no decepcionó pese a sus imperfecciones. Prueba de ello fue que recibiera dos galardones: el Premio del Público y el Premio al Mejor Largometraje concedido por el Jurado Joven. La excelente Pollyanna McIntosh, acompañada de la solida actuación de Liam Cunningham, encarna a la policía novata Rachel Heggie en su primera noche de trabajo en una pequeña comisaría. En el trayecto hacia su trabajo, presencia un accidente de coche en el que conocerá a un misterioso personaje, capaz de sacar los demonios de todo aquel que entre en contacto con él. Así pues, lo que se supone que va a ser una noche más se convertirá en un auténtico infierno de sangre y violencia.

Brian O’Malley se estrena con su primer largometraje por la puerta grande. Son muchos sus puntos fuertes: buenos protagonistas, ambientación lovecraftiana, excelente fotografía, cañera banda sonora, impactantes efectos especiales, diálogos y situaciones llenos de humor… pero lo que sin duda impidió que apartáramos ni un segundo los ojos de la pantalla fue su ritmo y su capacidad para entretener. Cierto es que empezó prometiendo más de lo que finalmente acabó ofreciendo -el guión al final se convierte en una excusa poco creíble para contentar a los amantes del gore-, no obstante, sus pros acaban salvando un guión que se va desinflando para favorecer a la acción.  En definitiva, un baño de sangre lleno de guiños, divertido y sin duda emocionante. La maratón empezó con buen pie.

Acto seguido presenciamos la premier española del cortometraje “Ponerse al Día”, dirigido y filmado por Pep Bonet, ganador de tres premios World Press Photo.  La película, fuera de la sección oficial a competición, es un relato sobre un despiadado psicópata que acaba vengándose de sus traumas infantiles. Toda una lección de “cuidado a quien jodes en el colegio”  escrita y protagonizada por Joan Vigó, que goza de una espectacular fotografía en blanco y negro.

No era un misterio que todo apasionado de “El Proyecto de la Bruja de Blair” saliera encantado con “EXISTS” de Eduardo Sánchez (codirector y coguionista de la afamada película) pues repite patrón: found footage, jóvenes incomunicados en un bosque, persecuciones y muertes, muchas muertes. El problema es que la receta está más que vista, y el found footage que tanto impresionó hace quince años, termina siendo un cansancio para la vista y un apabullante tostón.  De hecho, la película viene a ser una versión más agitada de su predecesora: en esta ocasión el papel del malo se lo lleva un bigfoot con sentimientos que le da más velocidad al asunto, pero poco nuevo hay más. En conclusión, la típica americanada de género, con un guión más que insostenible, personajes tontunos y un final que se prevé incluso antes de que aparezcan los títulos de crédito de inicio.

El mal sabor de boca fue endulzado con la proyección de “Julia” de Matthew A. Brown, un feminista rape and revenge al más puro estilo “American Mary” (hermanas Soska). En ella,  la actriz Ashley C. Williams (“Ciempiés Humano”) encarna a Julia Shames, una tímida enfermera que es seducida, drogada y violada por unos jóvenes que la dan por muerta. Tras recuperarse de su agresión, la joven buscará ayuda en la misteriosa terapia del doctor-gurú Sgundud. A partir de ahí, a través de unos métodos de feminismo extremo nada ortodoxos, irá recuperando el poder que un día le robaron. No obstante, sus ansias de venganza terminarán por romper su terapia, derivando en una estética carnicería.

Cierto es que el guión se va deterioriando progresivamente, siendo a la postre además de incongruente también poco creíble, pero su gusto estético es tal que casi que podríamos obviar ese gran hándicap y disfrutar de la película de una manera puramente sensorial. Todo ello se percibe desde el primer plano en el que aparece la joven –muy manga ella- subiendo unas escaleras mecánicas a cámara lenta, toda una declaración de intenciones al estar acompañado del tema “Julietta 1” del grupo islandés SKE, pues nos remite al Japón de “Lady Snowblood” (Toshiya Fujita) que, por otra parte, nos es citado más tarde. Así pues, pinceladas orientales se unen a una estética noir sado-feminista de cueros y maquillaje, logrando una mezcolanza de violencia y erotismo que resulta de lo más cómoda de ver. Pos este papel, Ashley C. Williams recibió el Premio a la Mejor Actriz.

La película sorpresa de la noche nos hizo viajar a los años ochenta con una continua carcajada. La película de corte giallo “El Destripador de Nueva York”, de Lucio Fulci, llega a tan alto grado de bizarrismo que, pese a todo lo reprochable que hay en ella, no puedes hacer otra cosa que amarla, a ella y a su serial killer con voz de pato.

La cosa se puso dura con la premier catalana “The Man in the Orange Jacket de Aik Karapetian, una rarísima película estonesa de bellos planos pero de una lentitud tal que, a la hora que se proyectó, no ayudaba mucho a mantenernos despiertos. El filme es un inquietante relato en el que un joven psicópata vive a cuerpo de rey en una lujosa villa tras haber asesinado a sus propietarios. Sin embargo, sus “fantasmas” internos lo vendrán a visitar para robarle la tranquilidad. Sin lugar a dudas, se trata de una película llena de complejidades argumentales, escenas inconexas y secuencias repetitivas que logran desquiciar por completo a todo aquel que quiera adentrarse en ella. Un sopor paranoide -más aún de madrugada- que, eso sí, dio mucho de qué hablar, diviendo a la audicencia entre el amor y el odio.

Intoxicados de Aik Karapetian llegamos a “Starry Eyes” de  Kevin Kolsch y Dennis Widmyer, en donde pudimos disfrutar de la asombrosa actuación de Alex Essoe, quien interpreta a una joven que se quiere abrir camino como actriz. En busca de una oportunidad en Hollywood, será capaz de pactar con el diablo. Toda una crítica al “star system” hollyhoodiense que, aunque no aporta nada nuevo y es del todo previsible, consigue el propósito de inquietar. Cierto es que tarda en arrancar y que en ocasiones se hace larga, en parte debido a un guión algo endeble, mas la mezcla terror/suspense/fantasía no está mal llevada y aporta un nada desdeñable final que nos recordó a los postulados de Cronenberg.

Por último, no pudo haber mejor final que la proyección de la divertidísima “I Survived a Zombie Holocaust” de Guy Pigden. El filme es la bizarrísima historia de Wesley, un pobre infeliz cuyo sueño es triunfar como guionista pero que por el momento no tiene mucho éxito en la industria. Su vida dará un vuelco cuando durante el rodaje de una película de serie B sobre zombies, el pueblo sufra una oleada de muertos vivientes y el set de rodaje se convierta en una verdadera carnicería. Una película llena de guiños metalingüísticos, pura diversión y carcajada en un sketch tras otro. Mejor broche de oro no pudo haber para la que fue la XXIII edición de esta clásica maratón.


PALMARÉS

MEJOR PELÍCULA: “Autumn Blood”  de Markus Blunder
MEJOR DIRECTOR: Markus Blunder por “Autumn Blood”
MEJOR ACTRIZ: Ashley C Williams por “Julia”
MEJOR ACTOR: Chris Cleveland por “Living Dark”
MENCIÓN ESPECIAL: David Hunt, dirección por “Living Dark” y Alexandra Essoe, interpretación por Starry Eyes
PREMIO PÚBLICO: “Let Us Prey” de Brian O’Malley

PALMARÉS JURADO JOVEN

MEJOR LARGOMETRAJE: “Let Us Prey” de Brian O’Malley
MEJOR CORTOMETRAJE: “Piano” de Cho Young-Jun
MENCIÓN ESPECIAL: “Ghost Train” de Lee Cronin

articulos

Críticas y reseñas