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Recta final del festival

Javier Rueda

Recta final del festival

Esta edición 2013 del festival de Sitges se ha puesto de lo más interesante, ya que si los primeros días fueron algo desiguales en cuanto a calidad no cabe duda que las proyecciones de esta semana han elevado notablemente el nivel general. A falta de dos jornadas para su finalización, podemos afirmar ya que esta edición ha sido todo un éxito.

Una de las grandes películas de estos últimos dos días fue "Possession", de Brillante Mendoza, un sorprendente retrato del apocalipsis bíblico narrado en formato de reportaje televisivo. En ella, el talentoso director filipino nos devuelve a las calles de Manila para adentrarnos en el mundo de los casos de posesión, planteados como reacciones a los actos de un ser humano empeñado en invocar a Satanás a través de su patente mezquindad y maltrato a la Naturaleza. De hecho, a lo largo de su metraje no es dificil ver como Mendoza establece el capitalismo y el corporativismo como el camino directo a la condenación de la Humanidad, plasmando el advenimiento del señor de la oscuridad a través de diferentes manifestaciones del folclore local, el animalismo -guiño a Michael Crichton incluído- y diversas escenas oníricas entre las que se incluye un parto que quedará en el recuerdo del espectador por mucho tiempo. Una nueva joya de uno de los directores más interesantes del cine asiático actual.

Otra película simplemente soberbia ha resultado ser "La Danza de la Realidad", el nuevo trabajo de Alejandro Jodorowsky después de pasar decadas alejado del formato cinematográfico. Curiosamente, el chileno propone aquí su obra más accesible para el espectador, mas también la más política, todo ello sin renunciar a su gran capacidad para plasmar conceptos y emociones complejas a través de la alegoría surrealista y el imaginario místico-religioso. Aunque a primera vista puede parecer que solo es una rompedora -por autoral- autobiografía de su propia infancia, así como un íntimo y personal acto de comprensión hacía la figura de su padre y de su madre, lo que más sorprende de esta obra es su marcado carácter contemporáneo, ya que el film pretende ser en gran medida una catarsis espiritual para el espectador, algo parecido a una sesión de sicomagia en la que el socialismo actual se pueda ver reflejado para que, tras liberarse de las ataduras dogmáticas heredadas del pasado, pueda evolucionar hacía una concepción de sí mismo puramente humanista. Un socialismo basado por tanto en el respeto al valor del grupo mas también del individuo, cuya vara de medir sean los postulados provenientes de la concepción del Amor a nivel filosófico. En este sentido, Jodorowsky no pierde la ocasión de expresar la analogía que existe entre el socialismo-humanista y los valores más puros de religiones como el cristianismo, cuyos simbolos son además utilizados por Jodorowsky de manera incisiva para satirizar sobre la inversión de valores que supone su institucionalización.

Siguiendo con Jodorowsky, hemos podido ver "Jodorowsky's Dune", el documental de Frank Pavich en donde se nos acerca a lo que fue el primer intento de llevar al cine la célebre novela de Frank Herbert, un proyecto muy ambicioso que pometía dar como resultado la película de ciencia ficicción más importante de la historia. Con la participación de artistas de renombre como Dalí, Pink Floyd, Dan O'Bannon, H.R. Giger, Orson Welles o Mick Jagger, el Dune de Jodorowsky acabó naufragando debido a su elevado presupuesto, la complejidad de sus efectos especiales y la reticencia que tuvieron los grandes estudios a cederle la batuta al controvertido director. En cualquier caso la presente obra no solo pretende repasar lo que fue su preproducción, mostrando por el camino parte de sus diseños, storyboard y recreación de alguna de sus escena, como por ejemplo su magistral secuencia de inicio, sino que acaba desenmascarándose como una apología del acto de la creación en sí mismo. En ese sentido, siendo un proyecto que nunca vio la luz, es cierto que consiguió trascender su supuesto fracaso para acabar influenciando de manera clara no solo en la posterior y exitosa incursión en el cómic de Jodorowsky, sino también en postreras películas del género, ayudando notablemente a que se allanara el camino para lo que acabaría siendo la eclosión de una nueva era de ciencia ficción y, por extensión, una nueva evolución del cine.

Siguiendo con la ciencia ficción, toca hablar de "Europa Report", de Sebastián Cordero, una "hard sci-fi" que recurre al formato "found footage" para explicarnos una misión espacial que pretende demostrar la existencia de vida en una de las lunas de Júpiter. Con semejante preámbulo, lo que podría parecer una nueva excusa para transitar los caminos del terror con alienígenas acaba resultando un sobrio acercamiento a la búsqueda de trascendecia del ser humano, parco en medios y dirección pero que consigue en varios momentos que el espectador sienta la iluminación de ser un pionero del conocimiento. Así pues, su voluntad humanista y su voluntariosa adscripción a la verosimilitud científica convierten la propuesta de Cordero en un pequeño homenaje a la historia de la carrera espacial, regalando por el camino buenos momentos de tensa y maravillada exploración planetaria, cerrando con una excelente secuencia final en la que se plasma de manera emocionante la esencia de la Humanidad.

Una película aun más pequeña pero igualmente interesante ha sido "Computer Chess", de Andrew Bujalski, una comedia de nerds en torno a los muy especiales asistentes a un congreso de ajedrez informático. Aunque pudiera parecer lo contrario, lo que más sorprende de esta propuesta no es lo freak de su coartada tecnológica, sino el hecho de que esta reunión este ambientada en los años ochenta, por lo que su fotografía imita el look feísta de las primerizas cámaras de vídeo. Este es un recurso estilístico muy curioso que en realidad no suma ni resta valor real al film, aunque si que es cierto que lo diferencia de cualquier otra cosa que se pueda ver hoy en día. En resumidas cuentas, una comedia de personajes extravagantes simpática en su sencillez y humildad, imposible de ver en nuestra cartelera pero que tiene un merecido hueco en el circuito de festivales.

Mucho más ambiciosa resultó ser "Only Lovers Left Alive", la esperada incursión en la temática vampírica del director de culto Jim Jarmusch. En ella, como no podía ser menos, el director americano sigue bebiendo del existencialismo para ponernos en la piel de dos vampiros milenarios que viven su día a día refugiándose en los ecos del pasado. Aunque en última instancia uno esperase algo más de enjundia en el retrato vital de estos no-muertos, no cabe duda que este film ofrece una aproximación al género bastante diferente a lo que estamos acostumbrados, elevando a estos seres a la categoría de superhombres Nietzscheanos, conciencias que han conseguido trascender a la humanidad a través de un intelecto que ha ido evolucionando a lo largo de lo siglos. En este sentido los vampiros de Jarmusch ejercen de testigos de la gloria y la mezquindad del ser humano, expresando la dualidad amor-arte como nuestro más sublime legado mas también como nuestra única posibilidad de redención. Cabe mencionar también la buena labor interpretativa del todo el elenco actoral, así como el muy interesante trabajo realizado en su diseño de arte, dos aspectos que refuerzan su plena inclusión en un género, el de la crónica vampírica, que por lo general ha sido demasiado pervertido en los últimos tiempos.

Una de las sorpresas de esta edición ha sido "Cheap Trills", de E.L. Katz, una excelente película en la que consigue conjugar el thriller mainstream con un discurso social doloroso y realmente contundente. En ella, el padre de una familia a punto de ser desahuciada caerá en el perverso juego de la amoralidad del capitalismo, encarnada en un misterioso y muy luciferino personaje que le ofrecerá diferentes recompensas económicas en función de sus actos. Así pues, lo que en principio parece un divertido juego sin consecuencias negativas acabará siendo un descenso a los infiernos de la degradación humana, en una espiral de violencia que crecerá en intensidad y retorcimiento a cada minuto que pase. A ello contribuye una narración muy enérgica que se sustenta principalmente sobre una muy buena labor de montaje y un trabajo de dirección de actores realmente soberbio. Probablemente esta sea una de las mejores fábulas sociales que el cine mainstream haya dado en la última década, aunque para la discusión queda el debatir si el gran público será capaz de no quedarse solo en su enormemente entretenida superficie y por tanto accederá al gran drama subyacente. A tenor del buen recibimiento que tuvo la proyección, "Cheap Thrills" se postula como una seria candidata al premio del público, mas también al premio al mejor actor protagonista.

Por su parte, la nota negativa de estos dos últimos días ha sido "The Philosophers", de John Huddle, una propuesta mediocre e insultantemente naif que tiene una de las peores direcciones que se han visto en este Sitges. Desastrosa en su continuamente arbitrario punto de vista e incapaz de respetar ni una sola de sus premisas, esta producción estadounidense cae en el tremendo error de no entender las bases que definen de manera intrínsecas su propia coartada, el pensamiento lógico. Realmente es de vergüenza ajena que la película confunda el paradigma lógico con lo que viene a ser una partida de rol controlada por un demiurgo nefasto. Así pues, prepárese el incauto espectador que decida verla para sufrir argumentaciones imposibles, delirantes apologías de un odioso hippismo new age que encima está mal entendido y un desarrollo narrativo tan torpe como insulso. Solo algún que otro chiste consigue hacer algo más pasable el calvario, cosa que no evita tener que afrontar un final realmente tonto y a todas luces innecesario. Absolutamente prescidible.

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