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Llegamos al ecuador de l'Alternativa

Javier Rueda

Llegamos al ecuador de l'Alternativa

Seguimos al pie del cañón en esta nueva edición de la Alternativa, ya con un buen bagaje de proyecciones y actividades paralelas. Parece que la salud de este festival es a prueba de fuego, puesto que año tras año consigue que el público asistente encuentre aquí quizás el festival más interesante de todos los realizados en Cataluña, lo que es no es poco. Una vez más, su excelente trabajo de programación así lo anunciaba y, a estas alturas, ya serrá difícil que la cosa se tuerza. Sin duda, l'Alternativa'11 será un nuevo éxito.

Como también es habitual, el peso del festival recae más sobre las secciones paralelas que sobre la sección oficial, algo natural teniendo en cuenta que los bloques temáticos permiten a los programadores mayores dosis de introspección y libertad de selección. Por contra, la sección oficial está siempre limitada por la producción de ese año que cumpla con los varemos de selección. Así pues, como ya anunciaba en la anterior crónica, los platos fuertes de este festival, a expensas de la llegada de Patricio Guzmán y sus obras, están siendo la retrospectiva sobre Alain Cavalier y la muestra de cine documental independiente turco.

Empezamos las reseñas por "Ekümenopolis: Ucu Olmayan Sehir", de Imre Azem, documental integrado dentro de la muestra turca que bien podría considerarse como el documental estrella de esa sección, pues su capacidad didáctica, divulgativa y narrativa no solo está muy por encima de lo que hemos visto hasta ahora, sino que, por derecho propio, se ha erigido en una de las mejores obras de este tipo que hemos visto en todo este año. Azem compone en este trabajo la aproximación definitiva al problema de la expansión geográfica de Instanbul y los problemas sociales y ecológicos que ello acarrea, como por ejemplo una esculación inmobiliaria feroz, siendo su pretensión tan completista que trufa el documental de casi todos los puntos de vista que el tema posibilita.

Incluye además en sus prolegómenos un resumen en clave de animación de la moderna historia de Instanbul, siendo esta una setpiece de una alta calidad y rotundidad que nos presagia lo que veremos a continuación. Poco más sde puede decir de un trabajo que encierra en sí mismo todas las respuesta importantes del tema que plantea, así que ahora os toca verlo a vosotros.

Como colofón a esta obra, hemos asistido a la mesa redonda "Estambul: relatos fuera de campo", que ha contado con la presencia de Imre Azem y Ulus Atayurt, periodista turco especializado en el tema de la especulación y la sobreexplotación geográfica en Instambul. Allí se han debatido los temas presentes en el documental y se nos ha puesto al día de la actualidad de esa ciudad, así como de próximos proyectos del realizador en torno a esa temática.

De Alain Cavalier hemos visto dos obras más. En la primera, "Ce répondeur ne prend pas de message" (Este contestador no admite mensajes), nos hemos quedado literalmente compungidos ante la belleza intelectual con la que el director galo consigue acercarnos a su personal proceso de duelo por la muerte de su primera esposa. En "Ce répondeur..." viajamos a la representación visual del dolor, la nostalgia, la culpa.. sentimientos que nos son mostrados en base a unas metáforas visuales y discursivas -mediante una voz en off siempre presente- que hacen que el visionado sea duro pero maravilloso, como sin duda debió ser para el realizador afrontar una obra como esta.

Siendo una obra anterior a su etapa "filmeur", que es la que estamos viendo en esta edición de l'Alternativa y de la que pronto os ofreceremos un artículo escrito por mi compañera Claudia, es probable que en esta obra sea la primera vez que Cavalier decide plasmar sus sentimientos de una manera tan íntima, siendo por tanto un claro precedente de esa nueva etapa que está a punto de comenzar, en la que ya abandonará del todo los códigos de la ficción para inventar su propio tipo de docureportaje alegórico y costumbrista. Mas aquí el peso de la ficción, de una trama con un desarrollo más o menos clásico, sigue muy presente y dota al relato de una capacidad sugestiva casi onírica en algunos pasajes, cuando no puramente conceptual, mas siempre deudor de su particular percepción de los espacios y los objetos como contenedores de memoria, ya sea de manera activa o pasiva, directa o alegórica. Una de las mejores obras conceptuales que he visto en mucho tiempo.

En Le filmeur (El filmador), Cavalier compone un acercamiento muy íntimo a su propia idiosincracia y su devenir vital, en un retrato costumbrita de nuevo construido a base de fragmentos de la realidad, en este caso de la suya, en donde se autodefine como "filmador". Cavalier filma su día a día sin censura ni juicios de valor, simplemente grabandoesos pequeños momentos que definen su existencia rutinaria, muchas veces precisamente a través de aquéllos en los que aparentemente no pasa nada. Su atrevimiento, que en su caso puede verse como una total falta de tapujos, le le sirve para enseñar tanto cuerpos desnudos como acernos sin reparos a las imperfecciones que le rodean, en donde el extremo sería su retrato de la enfermedad, siguiendo el proceso de curación de su cáncer de piel e incluso mostrándonos a su madre en el lecho de muerte. De nuevo, el éros y el tánatos, grandes motores de la vida, se expresan en la obra de Cavalier, aunque como ya se pude percibir en ls obras que hemos visto, su percepción de la fugacidad de las cosas, su afán por capturar lo efímero, centran su discurso principalmente en el tánatos, de cuyo proceso de aceptación ya hacía tesis en la anterior "Ce répondeur..".

Centrándonos ahora en la sección oficial documental, en estos últimos tres días hemos visto dos obras de dispar calidad. Empezamos por "La dernière année" (El último año), de Peter Hoffmann. En esta producción franco-alemana asistimos a la vendimia en Rasiguères, un pueblo de los Pirineos franceses. Allí, un colectivo de lo más ecléctico, cuyo único punto en común és su vida fuera de los márgenes de la sociedad, comparten trabajo y rutina diaria durante todo un mes. El realizador plasma aquí pequeñas reminiscencias, en vísperas de su desvanecimiento, de los tiempos de trabajo colectivo en el campo, una tradición que ahora siguen aquéllos que precisamente no se han dejado llevar por el signo de los tiempos y han decido vivir fuera de la norma.

La narración está estructurada como un diario que recorre progresivamente estos treinta días de trabajo colectivo, mostrando las relaciones personales, sus inquietudes y, sobre todo, el costumbrismo de algo que está condenado a desaparecer. Es por ello que, en cierta manera, se nos muestra como si fuera un sueño, un espejismo de una realidad que hace tiempo que ya no existe. Un presente narrado como si fuera pretérito en el que la única y fugaz victoria de ese trabajo manual ancestral es contemplar un tractor volcado.  En definitiva, un documento del presente que ya pertenece al pasado, rodado en blanco y negro en 16 mm. Lástima que los personajes tengan poco interés por sí mismos y que incluso algunos puedan caer algo antipáticos o cuando menos totalmente intrascendentes.

El otro trabajo a competición que hemos visto es "Blue Meridian" (Meridiano azul), de Sofie Benoot, un "documental de carretera" planteado como un viaje al interior de los Estados Unidos. De hecho, las reminiscencias de Conrad y su celebérrimo "Corazón en las Tinieblas" son clarísimas ya desde la metáfora del río como punto de inflexión, o el hecho de que la cámara flote lentamente en todo momento de viaje, dando sensación de recorrer con los sentidos ese río antes citado.

Bajo esta interesante premisa, nos depara algún momento muy interesante desde el punto de vista antropológico, como por ejemplo la aparición de una especie de museo religioso de aspecto exageradamente hippy y perdido en ninguna parte o, entre otras intervenciones, la aportación teórica que hace un extraño individuo sobre la conolización de América por un tipo de planta japonesa, que recuerda al miedo anticomunista de obras como "La Invasión de los Ultracuerpos". Por desgracia, el relato no solo acaba repitiéndose en ese esquema sino que peca de mirar por encima del hombro a esa realidad que nos descubre, en una intención peyorativa que no sólo desvirtúa la supuesta objetividad que un trabajo antropocéntrico necesita sinó que tergiversa, y es tremendamente injusto, con la cultura, gentes e incluso paisajes que retrata.

Acabamos la crónica mencionado de pasada "Parador Retiro, de Jorge Leandro Colás, un documental argentino de la sección paralela en el que se registra la vida de un heterogéneo grupo de personas "sin techo", que diariamente son albergados en un edificio comunitario para que no tengan que dormir a la intemperie. Así es como la cámara capta noche tras noche sus problemas personales, los conflictos propios de la convivencia y el anhelo de no depender de ello. Un crisol de vivencias y experiencias humanas que para bien y para mal nunca sale de ese esquema. Por tanto, a nivel narrativo o técnico no tiene mayor interés y la ausencia de discurso es total, mas seguir el devenir de este grupo de personajes, siempre desde un prisma humanista, nos permite acceder a un submundo y una problemática  que no son tan ajenos como cercanos.

Críticas y reseñas

  • Aíta

    dir: José María de Orbe

    crítica
  • Aíta. Carta al hijo

    dir: José María de Orbe

    crítica
  • El lugar más pequeño

    dir: Tatiana Huezo

    crítica
  • El premio

    dir: Paula Markovitch

    crítica
  • Mercado de futuros

    dir: Mercedes Álvarez

    crítica
  • Oyun

    dir: Pelin Esmer

    crítica