Esta tarde se ha celebrado la gala de clausura del 4º Cine Fest Brasil
y la culminación del acto ha sido la entrega del gran premio del
certamen, llamado Lente de Cristal y decidido mediante las votaciones
del público asistente en cada una de las proyecciones.
El
pronóstico se ha cumplido y ha ganado el film que más ha unificado la
opinión de público y crítica, gracias a una emotiva historia de amistad
y superación personal -con tintes de reflexión social- y una calidad
técnica y de puesta en escena del gusto más cinéfilo.
Así pues, "El Narrador de Historias", de Luiz Villaça, es la biografía de Roberto Carlos Ramos, "uno
de los diez mejores contadores de cuentos del mundo". El relato sigue
los pasos de este personaje desde sus humildes inicios -dado en
adopción a un centro estatal de menores- hasta su redención a manos de
una pedagoga europea, pasando por su turbia historia como delincuente
adolescente y sus desencuentros con la que será su citada tutora.
Como deciamos, este film funciona muy bien como drama iniciático de superación
personal, ya que los dos personajs principales, tanto la tutora
-encarnada de manera excelente por María de Medeiros- como Roberto
Carlos, aprenderán que las cosas no funcionan tal como ellos piensan, es
decir, que el mundo es imperfecto mas tampoco sin salida. Así pues los
dos personajes acabarán consiguiendo lo que se proponían y el
espectador saldrá de la proyección notablemente emocionado, gracias en
gran parte a la buena utilización que hace el director de la narración
clásica en "voz en off" -subjetiva de Ramos, que nos habla desde el
presente- así como a los paralelismas que guarda el hecho real con la
conmovedora novela "Oliver Twist" de Dickens, sin olvidarnos de
destacar el buen trabajo realizado en su puesta en escena conservadora
y visualmente bella.
A lo dicho anteriormente hay que sumar que la historia atañe al ámbito
de lo social y en concreto a la marginación que sufre la clase más
pobre de Brasil, generalmente afroamericanos que no tienen capacidad
para alimentar a toda su descendencia y que, sin pretenderlo, abocan a
estos a la delincuencia y la marginalidad más extrema. Por tanto, a su
valor como drama se le añade un compromiso social que, aunque nos
invita a una reflexión frecuentada muchas otras veces, al menos intenta
aportar su granito de arena a la causa humanista.