(incluye reseñas de Cristian Planas y Javier Rueda)
Esta semana hemos podido ver los cuatro films que nos faltaban, de entre los que ha destacado con luz propia el documental "El Hombre que Embotellaba Nubes", de Lírio Ferreira, pues siempre es un verdadero placer asistir al visionado de cualquier
largometraje -documental o de ficción- que trate sobre algún aspecto de
la cultura musical de Brasil, ámbito muy arraigado a la sociedad de
dicho país que se traduce en una gran cantidad de ilustres estilos y
artistas representativos de este gran fenómeno.
En el film que nos ocupa nos encontramos ante un completísimo
documento audiovisual que, articulado sobre la figura del artista Humberto
Teixeira, traza un exhaustivo recorrido por el Baiao, según muchos el
origen del gran despertar de la moderna cultura musical brasileña. La
conexión entre Teixera y el Baiao es fácil pues el primero fue el gran
impulsor de ese estilo y, junto a su inseparable Luiz Gonzaga, llevó
este ritmo norteño -sinónimo en Brasil de gente humilde y campesina- no
solo a todos los estamentos y realidades de su país sino a impregnar a
buena parte de los músicos del escaparate mundial de la época.
Técnicamente el documental es impecable, trufando su profuso metraje
con numerosos materiales tales como imágenes de archivo de la época,
entrevistas ad hoc, conciertos en directo, diversos tipos de animación,
fragmentos de films... Si a toda esta gran cantidad de recursos le
sumamos, como no podía ser de otra forma, una banda sonora simplemente
exquisita solo nos queda añadir que este trabajo no solo hará las
delicias de los iniciados sinó que sin duda captará nuevos adeptos a la
"causa" del Baiao.
Igualmente amena, aunque mucho más liviana en intenciones y resultado, fue "La Mujer Invisible", de Cláudio Torres, comedia romántica al mejor estilo de las majors americanas que nos
muestra como el cine mayoritario también tiene su espacio en la
cinematografía brasileña. Por tanto no podía faltar una producción de este tipo en el Cine Fest Brazil de
Barcelona.
Así, La Mujer Invisible es una producción que intenta hacer reír a todo
el mundo -mediante la comedia de enredo- y algunos de sus gags, a la
vez soeces y sofisticados, lo consiguen. Además, la trama no se queda
en un mero vehículo para las bromas, sino que también deja unas
pinceladas sobre la relación entre autor y obra, e incluso logra que
los personajes sean capaces de llevar sus desgracias personales con
gracia, evitando así la tendencia al melodrama que vuelve ridículas
muchas comedias románticas americanas.
Sin embargo, Mujer invisible no es más que un entretenimiento gracioso,
que se disfruta con la misma facilidad con que se olvida.
Más interesante -a la par que pretenciosa- resultó la estimable Romance, de Guel Arraes. Programada siempre justo después de Mujer invisible, Romance ahonda en
la trama metaartística, abandonando a cambio la perspectica cómica,
cuya trama gira alrededor de la historia de amor de Ana y Alfonso, que
se inicia cuando ambos interpretan Tristán e Isolda.
Con este punto de partida, el film nos habla de diversos dilemas
habituales en la familia y el trabajo: ¿el trabajo o el amor? ¿mi
pasión o un trabajo más lucrativo? Además, vemos los bastidores de los
mundos del teatro y la televisión, aunque en todo esto el film nunca
tiene mucha profundidad, más allá de un par de detalles hacia el final
que recuerdan a la reciente Los Abrazos Rotos, de Pedro Almodóvar.
Sostienen al film unas buenas interpretaciones, con actores que ya
habíamos visto en otras películas del festival, como Andréa Beltrao
(Verónica) o Vladimir Brichta (Mujer invisible), además de una buena
fotografía que destaca especialmente en las escenas nocturnas y los
fragmentos de las obras o películas interpretadas.
Por último, la película que más controversia género fue "Última Parada 174", de Bruno Barreto, sórdida trama "callejera" que nos entretuvo con su dramatismo tanto como nos indignó con su utilización banal de la triste realidad de las favelas.
Que el fin justifica los medios es una cuestión ética que divide en dos
al ser humano, a quienes lo apoyan y quienes lo enfrentan. A nivel
cinematográfico también podemos aplicar esta regla a la hora de evaluar
este film, pues la propuesta de Barreto es un sórdido relato de
construcción dramática simplona y esquemática, pretendiendo justificar
su existencia en una puesta en escena que copia a otros éxitos de
similar temática y misma cinematografía y, peor aun, queriéndole sumar
al conjunto una especie de hiperrealismo de reflexión social a todas
luces trasnochado, traicionado desde la propia propuesta de plagio
comercial y, sobre todo, tan estéril como emocionalmente pornográfico.
Por tanto, despues de asistir a su proyección, uno sale golpeado por la
dureza de la realidad que retrata y emocionado gracias a los resortes
nada sutiles y muy sensacionalistas de su guión, reflexionando sobre la
cruda realidad de las favelas y al mismo tiempo sobre la explotación
temática que está convirtiendo esta clase de ambientación en un
subgénero con un cierto sello de prestigio, reconocimiento que se
ampara en el realismo de lo mostrado como una especie de neorrealismo
alla brasileira. Mas los italianos se tomaban muy en serio lo que
hacían y anteponían el fondo a la forma, el servicio a la comunidad al
estrellato mediático, fines antagónicos a un film como el que nos
ocupa, destinado al lucimiento de su director y que utiliza un problema
social como mero ariete que ha de derribar el muro emocional del
espectador.
¿Es lícito enarbolar la bandera de un problema social cuando en
realidad se traiciona y se reduce a mero artificio, mas aun cuando se
pretende seguir aparentando lo primero, en pos de hacer más comercial
un simple relato de entrenimiento? Dependerá de cada uno que la
respuesta sea positiva o negativa. Para mí no lo es.
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Por último, ayer por la tarde se celebró la gala de clausura del 4º Cine Fest Brasil
y, como culminación del acto, se hizo entrega del gran premio del
certamen, llamado Lente de Cristal y decidido mediante las votaciones
del público asistente en cada una de las proyecciones.
El pronóstico se cumplió y el film ganador fue "El Narrador de Historias", de Luiz Villaça, precisamente el largometraje que más había unificado
la opinión de público y crítica, gracias a una emotiva historia de
amistad y superación personal -con tintes de reflexión social- y una
calidad técnica y de puesta en escena del gusto más cinéfilo.
En definitiva, la valoración final del 4º Cine Fest Brasil es altamente positiva, principalmente debido a que la selección de films ha sido muy interesante y, como ya dijimos anteriormente, ha conseguido abarcar el amplio espectro de la cinematografía brasileña.
Es cierto que el cine de Brasil sigue siendo difícil de ver en nuestras carteleras -y en las de casi todo el mundo- pero gracias a certemenes como el que nos ocupa podemos decir que al menos no nos es extraño ni lejano, mas es rico en matices y tan interesante como el que más.