crítica

Behemoth

Behemoth

Director

Zhao Liang

Intérpretes

País

China

Género

Documental

Por Juanma Linares

Según el mito, el Behemoth fue la primera criatura sobre la Tierra, que pastaba en las Mil Montañas y se alimentaba también de sus animales. Este mito sirve de metáfora para el documental de Zhao Liang, un auténtico docupoema que denuncia con tanta fuerza como delicadeza la ambición voraz y desmesurada de la raza humana, transfigurada en ese mosnstruo insaciable llamado capitalismo.

La apuesta formal de Zhao Liang destaca por su forma poética de acercarse a la cruda realidad que retrata, por su uso del texto lírico como metacomentario alegórico de las imágenes, por el simbolismo de esas imágenes intercaladas en el resto del metraje. Por su uso de una figura retórica como la sinécdoque, es decir, la designación de la parte por el todo. Porque Behemoth nos muestra una realidad local que se acaba expandiendo a lo nacional, pero que además es extrapolable a lo global. Tal es la fuerza de su significación.

El arranque del film es totalmente simbólico: ese hombre desnudo tumbado en posición fetal en mitad del paisaje, o ese otro que carga a sus espaldas el espejo (ambos nos acompañaran durante todo el viaje), esa voz que desgrana unos versos libremente adaptados de la Divina Comedia de Dante, marcan un tono alegórico y nos advierten de la trascendencia de su discurso.

Liang desciende a continuación al nivel terrenal para mostrarnos las duras condiciones laborales de los trabajadores de una cantera, de una mina y por último de una fundición, conectadas por el propio proceso de producción. El duro trabajo que contemplamos deviene un significante para los significados que se siguen desprendiendo de esos versos en off.

A nivel visual, se genera un interesante contraste entre la aridez del paisaje y la fealdad de la agresión humana sobre la naturaleza, y la belleza con la que está retratada. Los planos amplios de esas montañas que explotan, de esas excavadoras que muerden la tierra para luego vomitarla sobre las praderas donde pastan las ovejas, o para transportarla en esos camiones que parecen hormiguitas mecánicas en su camino hacia la factoría. El contraste entre el negro y el verde, la destrucción y la pureza.

Los planos más cercanos de los trabajadores, su ardua tarea, sus rostros tiznados, sus breves descansos y sus miradas furtivas y desconfiadas a cámara. Son peones más que personas, seres sin voz y sin identidad (no hay una sola palabra diegética en todo el film) que parecen servir a un orden superior cuyas intenciones no son asunto suyo, ocupados como están escarbando en la miseria para seguir sobreviviendo.

Y luego están  esas otras imágenes bellamente simbólicas, construidas por el realizador e intercaladas en la narración, como las que nos muestran al hombre desnudo (¿la humanidad?) frente a unos paisajes que aparecen “rotos” mediante un recurso visual de gran fuerza.

El desenlace de Behemoth es tan revelador como (disculpen la licencia) rebelador: nunca el fruto del sudor proletario tuvo un destino más inexplicable. Uno de los grandes méritos de Zhao Liang es haber convertido lo que podría haber sido un reportaje de denuncia al estilo de (y perdón por lo prosaico de la referencia) ‘Diario de…’ o ‘En tierra hostil’ en una obra artística de una contradictoria belleza que conserva toda su fuerza delatora de un orden tan monstruoso como absurdo. Documental político y poético nunca estuvieron tan cerca. 

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