crítica

Aíta

Aíta

Director

José María de Orbe

Intérpretes

 

País

España

Género

Experimental

Por Julio Moreno



Un viejo caserón en medio del bello paisaje vasco, un guarda que es el encargado de cuidarla, el cura del pueblo. Esta es la base narrativa de la cual se hace servir Jose María de Orbe (San Sebastian, 1958) para mostrarnos de forma muy personal un sentimiento, una vivencia que le es propia, a modo de álbum de fotografías.

El film se abre al llegar el guarda al viejo caserón, hasta entonces cerrado, entendemos, durante un largo tiempo. El hombre abre la verja, accede al interior de la casa y sucesivamente vemos como va abriendo las ventanas en sus diferentes estancias. Esta forma pausada, poética de filmar esta cotidiana tarea se revela como una doble intención, una forma de permitir que la vida con su luz acceda e ilumine de nuevo el interior del viejo caserón, donde se  encuentra la memoria intima de sus antiguos habitantes, mas también la de un todo un pueblo. Porque ese caserón ha estado ahí desde hace mucho tiempo y ha visto y oído muchas cosas, convirtiéndose en un lugar donde conviven lo mágico con lo cotidiano; la casa es una herida del tiempo.

Según palabras de Orbe, sus influencias son aquellas que van desde artistas como Bardeló, Tapies, Oteiza, Rothko, hasta otros como Bill Morrison, Chantal Akerman, Lisandro Alonso o Pedro Costa. Lo que esta claro es que Orbe trabaja sin un guión previo, siendo su forma de trabajar impredecible, lo que sin duda hizo de Aita una apuesta valiente y arriesgada por parte de su productor Luis Miñarro. En los tiempos que corren es de agradecer que proyectos así vean la luz.

Así Orbe se situá en la esfera de lo radicalmente experimental, como anteriormente hicieran Luis Buñuel, Ivan Zulueta o su coetáneo Jaime Rosales. Esta forma de experimentar se observa en el tratamiento de la luz y el sonido, en el conjunto visual de su puesta en escena, que es a su vez reforzada por la utilización de viejas películas en Super 8 que son proyectadas en las viejas paredes del vestíbulo del caserón, en medio de la oscuridad. Aita se convierte así en un cuento de fantasmas, una especie de ficción surgida del collage que no pretende explicar nada en concreto. Aita es pues una película con una puesta en escena densa, silenciosa, oscura, que consigue la rara alquimia del documento vuelto ficción, siendo no el resultado de un cálculo sino más bien el eco de un pálpito.

Críticas y reseñas

  • Aíta

    dir: José María de Orbe

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  • Aíta. Carta al hijo

    dir: José María de Orbe

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