En este trabajo, Dalila Ennadre "mete" su cámara en las cocinas y las salas
de estar de una comunidad de mujeres marroquíes que viven en la medina
de Casablanca, parte antigua de esta ciudad y lugar en donde se
concentra la mayor parte de su pobreza.
La palabra la tienen de nuevo las mujeres, amas de cosas a las que
acompañamos mientras cocinan, limpian, tienden la ropa y, en general,
se ocupan de sus hijos y marido. En sus sencillas y humildes
reflexiones, algunas tan irrevocables como expresadas desde la
ignorancia o, mejor dicho, el desconocimiento de otras realidades
-porque la suya se la conocen demasiado bien-, se construye un retrato
humano y muy íntimo del alma de la sociedad marroquí y de sus mujeres.
Tratándose de un documental de Dalila Ennadre es obvio que durante
el metraje van surgiendo reivindicaciones de derechos civiles, defensa
de la mujer, liberación sexual, postcolonialismo, etc..., aunque la
intención última es que sea este segmento de la población tan poco
escuchado el que aporte su visión de la realidad cotidiana de su país
(recordemos que aunque hoy en día en Marruecos si que hay una cierta
presencia de la visión femenina esta proviene de integrantes de clases
medias-altas).
Al acabar la proyección de este espléndido documental, Dalila atendió a
las preguntas del público y entre todo lo dicho destaca su visión del
"audiovisual como un medio de activismo y militancia" y del "formato
documental como la mejor manera de trabajar en ese sentido". Así mismo
dijo "no sentirse especialmente atríada por la pulcredad de la imagen
ya que prefiere mantenerse cercana y directa con las personas
entrevistadas".