Noticia

Crónica del jueves

Laura Comellas

Crónica del jueves

En la pasada jornada se proyectaron tres largometrajes, la rusa "III", la norteamericana "Excess Flesh" y la mexicana "Luna de miel". Asimismo, pudimos disfrutar de una interesantísima mesa redonda sobre las fobias, el tema central de esta edición, a cargo del psicólogo forense Bernat-Noel Tiffon y Tomás Fernandez Valentí, crítico cinematográfico y escritor.

Empezamos analizando el filme que más nos ha sorprendido hasta el momento. Nos referimos a "III", del joven director Pavel Khvaleev, un onírico viaje a los infiernos de Ayia, una joven que se inicia en el ritual chamán con el fin de salvar a su hermana, quien está al borde de la muerte a causa de una plaga. Por su parte, el padre Herman será el encargado de guiarla en su viaje no ortodoxo hacia la mente de su hermana, un lugar en el que guarda los secretos y los miedos más oscuros.

A través de una fotografía sumamente bella dominada por tonos áridos en apacible conflicto con otros mucho más fríos, el director realiza una especie de fusión de "Vanishing Waves" (Kristina Buozyte) y de “Inception” (Christopher Nolan), reinterpretando a su manera los códigos del mismísimo Andrei Tarkovsky. Y si bien es cierto que su trama tiene un principio aparentemente naif, su desarrollo lo retuerce hasta dar un giro estremecedor y gratamente acertado.

No obstante, la importancia de "III" es mucho más sensorial que argumental. Pavel Khvaleev crea un "sfumato" de texturas en el que se yuxtaponen escenas alucinógenas, repletas de seres que recuerdan al Guillermo del Toro de "El laberinto del fauno", con otros escenarios más apacibles y delicados. Esa contradicción de elementos refleja los universos paralelos donde los personajes confluyen. Esta dualidad de escenarios (medieval e industrial) son una clara alegoría del verdadero tema del filme: la lucha entre el bien y el mal, o lo que es lo mismo, entre el catolicismo y el paganismo. Sin duda "III" es una amalgama de universos paralelos de una belleza ensordecedora.

Después de la mesa redonda sobe el cine y las fobias, hemos visto "Excess Flesh" de Patrick Kennelly, que nos ha recordado a la película "Starry Eyes" (Kevin Kölsch & Dennis Widmyer), que pudimos ver en la pasada edición del TerrorMolins. Ambas pasean por lugares comunes similares: los trastornos patológicos de dos mujeres que, ante la presión social y las ansias enfermizas de éxito, desembocan en una aberrante explosión de violencia y venganza. Mas en la obra que nos ocupa, Patrick Kennelly se centra principalmente en hacer que al espectador se le quiten las ganas de comer por una buena temporada, ya que en "Excess Flesh" hay una excesiva combinación de grasas saturadas, gominolas, suciedad y vómitos. Imposible que no se te revuelva el estómago con ella.

La premisa de la historia no es muy sofisticada: Jill es una chica cuyo sobrepeso le tiene obsesionada. Además su frustración va en aumento, ya que su compañera de piso (Jennifer) tiene todo lo que ella desearía poseer; éxito en el trabajo y en el amor. Por si fuera poco, Jennifer se mantiene delgada, a pesar de todos los carbohidratos que ingesta. Al final, el carácter difícil de su compañera acentuará su desconexión de la realidad, provocándole un estallido de agresividad que le conducirá al secuestro y la tortura.

Como se aprecia, el filme no destaca por un gran guión, ni por grandes actuaciones, pero es cierto que ofrece lo que promete y por tanto cumple con su cometido de mero entretenimiento de género. En definitiva, "Excess flesh" es una película de bajo presupuesto incómoda y crispante, una joya para los amantes del trash muy poco apta para quienes tengan un estómago delicado.

Por si nos quedaba algo de bilis que echar, el Festival cerró con la mexicana "Luna de miel" de Diego Cohen, cuyos paralelismos con "Excess Fless" son notables. Y es que de nuevo nos encontramos ante una historia a dos en donde la obsesión, la tortura y la venganza ejercen de elementos fundamentales en su trama. También la existencia de un rapto, en este caso el de la vecina de Jorge, un maniaco obsesivo que encuentra en ese acto el único modo de conquistarla. Así pues una mañana cualquiera decide maniatarla y retenerla en su casa a la fuerza, iniciando un juego de resistencia en donde tratará de reeducarla a base de castigos de lo más bizarros.

En ese sentido, la película resulta en sus inicios de lo más prometedora para cualquier amante del género, si bien esta especie de thriller psicológico con trazos de "torture porn" acaba teniendo más bajos que altos. Eso sí, quizás el factor que más irrite en ella sea una banda sonora non-stop que en ocasiones sustituye a los diálogos, convirtiendo el filme en un poco interesante video musical. Tal desagradable protagonismo culmina hacia el final de la película, justo en el momento resolutivo, cuando Daniel Cohen abandona a sus protagonistas en pro de una musicalidad que en buena parte logra silenciar el desenlace.

A ello hay que sumar un mediocre trabajo de casting y un ritmo a fuego demasiado lento para lo que pide la historia. De hecho, para los que piensen que "Luna de miel" es una orgía de sangre, mi recomendación es que tengan algo de paciencia, puesto que el filme consta de apenas tres momentos álgidos. Eso sí, esos tres momentos resultan sublimes y de lo más desagradables, ya que ellos la falta de ritmo juega a su favor, dado que la cámara no escatima en mostrar todo lo que nuestras ansias de sangre esperan. Látima que de nuevo se deje lo malo para el final, dando un giro argumental totalmente gratuito e injustificado, que deja a la vista la endeblez del guión.

En definitiva, "Luna de miel" es una película sencilla e imperfecta, cuyas escenas de sórdido sadismo bien justifican su visionado.

articulos

Críticas y reseñas