crítica

Berberian Sound Studio

Berberian Sound Studio

Director

Peter Strickland

Intérpretes

Tonia Sotiropoulou, Toby Jones, Susanna Cappellaro

País

UK

Género

Terror

Por Alex Turol



“Berberian sound studio” (Peter Strickland, 2012) se une a esa corriente de películas como “Amer”o “Tulpa” que miran hacia el giallo clásico para, a través de viejas formulas, encontrar y transmitir nuevas sensaciones. La película que nos ocupa, ya desde sus primeras imágenes, se coloca a la cabeza de estas propuestas. Y no deja de ser curioso que se estrene el mismo año que la arriesgada “The lords of Salem”, con la que guarda más puntos de contacto que con sus parientes europeas mencionadas anteriormente. Así pues, nos encontramos ante una experiencia más que una película. Una experiencia irrepetible e inolvidable, imposible de digerir en un solo visionado y al mismo tiempo parcialmente carente de sentido en visionados domésticos. En resumen, estamos ante una muestra de CINE puro. Maldita desde su origen pero dispuesta a arrebatar a los espectadores que caigan en su compleja y laberíntica telaraña.

La segunda película de Peter Strickland (autor de la magnífica “Katalyn Varga” (2009)) es más giallo que ningún giallo. Es italiana hasta la medula, siendo al mismo tiempo 100% inglesa. A diferencia de lo que haría cualquier otro director, Strykland no usa ni la forma ni el contenido clásico del terror italiano, salvo para sus propios intereses, creando al mismo tiempo el giallo definitivo. La historia es mínima, no pasan grandes cosas, se puede resumir en unas líneas, y no será tan importante como lo que pasa alrededor de la propia historia. La película es un gran juego de espejos, pero no con el género si no con el espectador, el cual se verá atrapado en sus redes si se molesta inútilmente en desentrañar el misterio.

Siendo una película de ritmo lentísimo, Strickland no tarda en revelar una primera escalera de color al romper la cuarta pared en los ya míticos títulos de crédito, apasionante y bellísima idea la de revelarse el propio director como un simple títere dentro de la no historia que cuenta la película. A partir de ahí, el descenso a la locura desde la realidad no será tanto un descenso sino un alzamiento a la super cordura del cine, donde todo y nada tiene sentido. El personaje del técnico de sonido que oía demasiado, no será un trasunto del espectador sino más bien un cebo para que todo incauto le siga en ese viaje a las entrañas del cine italiano. Un mundo lleno de brujería, mujeres bellas, melodías de cuartetos electrónicos, misterios imposibles, sonidos sugerentes y mucho terror. Un mundo sin escapatoria posible pero mucho más divertido que la realidad cotidiana.

Cuando (por desgracia) sus matemáticos 100 minutos se acaban, mientras el personaje encarnado con brillantez absoluta por el gran Toby Jones permanecerá para siempre atrapado en Giallolandia, el espectador habrá conseguido su infame billete de regreso, maldiciendo para siempre el momento en que salió de ese estudio de sonido, maldiciendo también al personaje que calza guantes negros en la película y que le introdujo en ese mundo, un "asesino de la REALIDAD" que posiblemente sea la idea más GENIAL en esta película repleta de ideas geniales. Pues pese al tono mayormente moderado, la película adquiere un tono épico cuando, días después, uno empieza a ordenar el puzle en su cabeza.

Salvo el guiño obvio a “Suspiria” (Dario Argento, 1977), la película no juega con referentes. Así pues, ni el paródico Francesco es Fabrizio D’Angelis ni el inquietante Santini es Dario Argento, siendo magnífica la construcción casi músical que se utiliza para este personaje. Hablando de la música, como ya ocurría en su primera película, la banda sonora es espectacular y tanto la música como los efectos sonoros se mezclan de una manera en que se hace difícil distinguir entre una u otra. No debe ser ajeno a este fenómeno que el propio Strickland interprete y componga algunos de los temas.

En el apartado actoral, Toby Jones destaca por encima de todos, si bien el resto del reparto es espléndido,  con unas interpretaciones cuya dificultad estriba en que han de ser buenas y malas al mismo tiempo. La fotografía también es genial, con un uso extraordinario de las posibilidades de la cámara digital Arri Alexa, combinando de manera onírica el look digital con el fotoquímico; aquí es donde Strickland se delata deudor no solo del cine de terror italiano sino del cine italiano en general, ya que los colores saturados nos remontan a través del tiempo a la cinematografía que más ha hecho de la narrativa visual su raison d’etre. Por último, el montaje está a la altura de todo lo demás, y como ya he dicho antes tiene una cadencia puramente musical.

En dos palabras: OBRA MAESTRA.

NOTA: Se recomienda no ver el tráiler hasta después de ver la película.

Críticas y reseñas

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